Capital Intelectual
El objeto de estudio de la economía clásica dejó de centrarse en los elementos materiales o tangibles que intervienen en los procesos de inversión y producción del mundo empresarial, para darle el mismo valor e importancia a un nuevo factor que ahora es considerado creador de riqueza: el capital intelectual.
Esto se debe a que, a partir de la década del cincuenta del siglo XX, el elemento no tangible en el desarrollo de las inversiones de las empresas cobró un importante interés que aumentó significativamente. Lo que quiere decir, que la necesidad de conocer la naturaleza económica de los recursos intangibles, como el capital intelectual, saber cómo reconocerlo, cómo medirlo, son de especial interés para aquellos que tienen en sus manos la buena marcha de un negocio, como los gerentes, analistas financieros, inversores.
El capital intelectual como recurso económico ha evolucionado hasta llegar a nuestros días, como un gran mecanismo para la generación de riqueza y crecimiento de la empresa, dado que el conocimiento es indiscutiblemente la fuente creadora de ventajas competitivas; la visión industrial que ve a las personas como generadora de costos, cambió por una visión generadora de ganancias.
Concepto de capital intelectual
También conocido como activos intangibles o activos del conocimiento, ha sido definido de diversas maneras, respondiendo cada una de esas perspectivas a un determinado modelo de evaluación y medición:
- Todo aquello que no se puede tocar, pero que puede hacer ganar dinero a la empresa.
- Es aquel conocimiento que puede ser convertido en beneficio en el futuro y que se encuentra formado por recursos tales como las ideas, la tecnología, los inventos, los diseños, procesos, programas informáticos.
- Son aquellos que pueden generar valor en el futuro, pero que, no tienen un cuerpo físico o financiero.
- Conjunto de activos de una empresa que, pese a no estar reflejados en los estados financieros tradicionales, generan o generarán valor en el futuro de la misma.
De manera más integradora podemos decir que capital intelectual son todos aquellos activos intangibles como el conocimiento, la capacidad de aprendizaje y adaptación, la relación con clientes y proveedores, marcas, procesos, nombres de productos, entre otros que demuestran innovación y desarrollo, con los que cuenta una organización, que, aunque no se reflejan en los estados contables, generan valor en el tiempo presente o a futuro, lo que le otorga una ventaja competitiva sostenida a la empresa u organización.
Este tipo de capital cuenta con recursos muy variados que contribuyen al potencial de una compañía que se propone generar valor o seguir produciéndolo, ya que su objetivo es traer beneficios, por lo que ninguna empresa debe dejar de invertir en conocimiento.
Origen del concepto de capital intelectual
Tradicionalmente, los recursos se dividen en tangibles e intangibles. Los intangibles, que son los que ahora nos interesan, no son de fácil valoración o identificación y, por lo general, pasan desapercibidos dado que no se reflejan en los estados financieros debido a que cuesta definir ciertos criterios de propiedad.
La naturaleza de estos recursos los coloca como activos o competencias. Son activos porque son cosas que la empresa tiene, por ejemplo: todo aquello que se haya registrado su propiedad intelectual de patentes, marcas, diseños; así como también, contratos, secretos empresariales registrados, base de datos.
Por su parte, las competencias, incluyen directamente las habilidades o características distintivas de una persona, es decir, lo que hace, lo que saben hacer los empleados (know-how) y la suma de atributos que forman parte de la organización que crean una especie de cultura interna.
De manera que, los recursos intangibles se dividen en: humanos y no humanos. Los humanos son aquellas cualidades del personal con los que cuenta la empresa: el know-how, la especialización, la lealtad, la experiencia, la motivación. Los no humanos, se tratan de lo tecnológico, los conocimientos disponibles en esta área que fabrican otros productos que se pueden patentar, diseñar o registrar en una base de datos.
Todo este entramado de aspectos que forman parte vital de la estructura de la empresa, pasaron a convertirse en parte del capital con el que cuenta; los dueños de empresas entendieron que estos recursos generan valor y la inversión en ellos les generará mayores beneficios.
Así, se da el surgimiento de un tipo de capital que, enlaza al intelecto que posee un ser humano de comprender, analizar y entender el mundo que lo rodea, con la generación de riquezas; lo que, además, se concatena con la llegada de una nueva era de la tecnología y la informática.
Organización o división del capital intelectual
El capital intelectual es un concepto relativamente nuevo; 1997 fue el año en el que se comenzó a utilizar en el mundo empresarial y desde entonces sigue siendo objeto de estudio.
En este sentido, por ser un concepto en desarrollo, se han hecho aproximaciones consensuadas entre muchos autores para determinar aquellos factores que engloba y de lo que sí forma parte del capital intelectual, para lo cual se han conformado tres conjuntos o bloques que lo dividen según un área específica:
Capital relacional o del cliente: se refiere a todos aquellos vínculos y nexos que relacionan a la empresa con el entorno. Toda empresa mantiene permanente contacto y relación permanente con proveedores, competidores, socios, clientes, inversores, bancos, etc. Estas relaciones de la compañía generan un aporte, el cual resulta un tanto dificultoso de medir en virtud a los indicadores que se usan.
Capital humano: comprende todo el conjunto de competencias que tienen y desarrollan los empleados en función de lograr el beneficio de la compañía. Las empresas necesitan tener personal con talento, con conocimientos, con habilidades, con capacidades para innovar, para crear y, además, que reflejen los mismos valores. Todas estas competencias aportan valor a la estructura e imagen de la empresa.
Capital organizativo o estructural: engloba todo el conjunto de mecanismos, procedimientos o sistemas organizativos que ha desarrollado la empresa, en base a la experiencia y especialización a lo largo de su existencia. Al igual que el capital humano, se trata de conocimientos que se han adquirido gracias a la experiencia que se ha acumulado durante el tiempo que se ha mantenido en funcionamiento. Este factor facilita que se consigan mejores rendimientos y mayores aportes para lograr darle más valor añadido a la compañía
Características del capital intelectual
Estimula la productividad. La inversión en capital intelectual busca que los trabajadores sean más productivos, es decir, que cuenten con mayores habilidades, capacidades y conocimientos. Las empresas ya no solo invierten en equipos y maquinarias, también invierten en educación y capacitación de los trabajadores a fin de aumentar el rendimiento y productividad.
Da un alto valor a la experiencia. Los años de experiencia que tiene un trabajador son los que generan más valor. El tiempo es un elemento básico en la productividad; por lo que, los empleados deben volverse productivos en un lapso no mayor a un año. Perder a un empleado con experiencia, es perder una inversión, porque debe ser reemplazado por otro, en el cual se debe invertir nuevamente en su capacitación. Indudablemente, esta es una de las características que mayor ingreso genera.
Refleja la capacidad para la interrelación y comunicación. La comunicación es un elemento vital en la empresa; de nada sirve que un trabajador tenga mucha experiencia y conocimientos en un área si no puede comunicarse de manera armónica y efectiva con los demás compañeros de su entorno laboral. Claramente, los negocios requieren de habilidades comunicativas porque se trata de captar clientela y un mal desenvolvimiento puede afectar la respuesta de los interesados.
La personalidad e interés son fuente de valor. Un empleado con rasgos sobresalientes como la disciplina, la puntualidad, la honestidad y demás valores, es visto como un factor positivo, que incluso, puede servir de ejemplo al resto de trabajadores. Un trabajador con habilidades técnicas, pero sin personalidad, sin rasgos sobresalientes, no genera el mismo valor que uno que inspire respeto y admiración solo por su personalidad.
Genera marcas reconocidas e imágenes exitosas. La marca como producto intelectual, puede lograr que un negocio sea reconocido por los clientes potenciales. Las marcas llegan a generar confianza en los clientes y pueden atraer más clientes.
Importancia del capital intelectual
- Es un recurso clave que contribuye con el éxito económico de un negocio.
- Crea y agrega valor a la empresa.
- Impulsa el aumento del valor intangible de una organización lo que genera beneficios inmediatos y futuros.
- Permite que la empresa se adapte a los cambios del entorno y pueda mantenerse a lo largo del tiempo demostrando competitividad en su relación con el mercado.
- Es una fuente creadora de ventajas competitivas, que se mantiene en una dinámica innovadora.
- El desempeño del capital intelectual tiene un impacto directo en los resultados financieros de una empresa.
- El capital intelectual no es uniforme ni estático. Cada empresa sabe (o debería saber) la gente que necesita en sus filas; los rasgos que pueden ser más importantes para una organización, puede que no lo sean para otra.
Ejemplos de capital intelectual
Un trabajador que lleva 10 años ejerciendo funciones en una línea de fábrica. El conocimiento y la experiencia que ha adquirido en todo este tiempo, le otorga un gran valor. Se ha adaptado a los posibles cambios tecnológicos que ha sufrido la maquinaria lo que lo hace un recurso muy valioso.
La comercialización de un producto tiene su ciencia. Para esto también se invierte en capital intelectual; en el mercado las técnicas de comercialización que utilizan las empresas definen su nivel de ventas.
El secreto misterioso de la fórmula de la Coca-Cola. Este ejemplo, aplica para otras grandes y famosas empresas fabricantes de helados, bebidas energizantes, entre otras.